martes, 25 de marzo de 2014

El universo en su máximo esplendor

Hoy después de tanto, les traigo esta bonita entrada; pero hoy, no vamos a platicar de negocios ni de valor compartido, hoy vamos a hablar de la vida, sí, así es, de la vida, de como dos amigos y yo observamos al universo en su máximo esplendor

Abrimos nuestros sentidos, tocamos el suelo con nuestros pies y bailamos al ritmo del viento, también disfrutamos el mejor pulque y sin duda gozamos de las mejores paletas de pepino del universo, olfateamos las más bonitas flores, adoptando a una de ellas, tomando la responsabilidad de esa pequeña parte de cosmos. Nos entregamos unos con otros y decidimos ver la hermosura de aquel hermoso pueblo mágico, Atlixco... pero no cualquier Atlixco. ¡ATLIXCO DE LAS FORES!

Si has decidido quedarte después de aquel párrafo inspirado (para algunos...)  probablemente no le tomaron mucho interés a esta entrada, pero si eres de esos pocos que se quedo para seguir leyendo, muchas gracias.

Nuestra travesía comenzó cuando tomamos la federal a Atlixco, porque las autopistas según la conclusión a la que llegamos le quitan cierto encanto a los viajes. Con una playlist encantadora, vimos muchas cosas, entre ellas coloridos puestos de frutas, de pulque y de "cocohorchatas" (como David decidió nombrarlas). Sin contar claro está los letreros que nos indicaban a cuanta distancia estaba nuestro destino, llenándonos de emoción.

Después de aproximadamente 50 minutos de camino, tal vez menos, nos encontramos con el siguiente letrero:



Que nos informaba que al fin habíamos llegado.

Buscamos un estacionamiento y caminamos al pequeño zócalo de la entidad, encontrándonos con las mejores imágenes a capturar (intenta imaginarlo) sonido de marimba, viejitos sentados en bancas, arboles, ardillas, globeros, niños bailando al ritmo de la música, familias y tu, en el centro, sintiéndolo todo, con dos de tus mejores amigos, viviendolo, agradeciendo estar vivo. Al terminar está experiencia decimos ir a la paletería, sin duda no puedes salir de Atlixco sin comer una paleta de "La rosita" extensa variedad: Limón, melón, mole, aguacate, jamaica y por supuesto pepino con chile. Para finalizar esta fase fuimos al palacio municipal, viendo los mejores momentos de la historia mexicana plasmados en murales.






Era momento de partir así que atravesamos por calle más bonita del municipio "La calle de las flores" y ahí conocimos a "Tecuani" y no, jajaja no me malentiendas, no es una persona, es un restaurante-bar-galería muy bonito, donde pedimos una cerveza y dos pulques de sabor, porque el calor estaba impresionante. Nos comimos unos deliciosos nachos y probamos la invención de la casa "Sal de chapulin" También hicimos un nuevo amigo, el mesero, quien en su bondad nos regalo unos tarritos de mezcal que uf... para que te cuento y aunque queríamos quedarnos... era momento de continuar.





Pusimos a a prueba nuestra condición física, así que decidimos subir el Everest o bueno... a decir verdad solo subimos el cerro de "San Miguelito" llegando así al cielo. Aquí el universo nos regalo muchas cosas, sin duda, la parte más espiritual del viaje. Subir un reto, estar en la cima la recompensa. Bailamos descalzos, momendo donde el celular era el mejor equipo de audio y el "Shuffle" el mejor Dj. Nos dimos cuenta que somos parte de este hermoso universo, lleno de montañas, volcanes, flores, personas, animales y paisajes, pero nosotros queríamos más, así que hicimos un esfuerzo extra para subir hasta la iglesia, que por desgracia estaba cerrada, pero aún así, a las entradas de aquel aposento agradecimos a ese "algo" superior por aquel momento. La tarde pintaba el cielo de naranja así que se nos agotaba el tiempo... era momento de descender a la tierra otra vez.




La caminata provoco que nuestro cuerpo pidiera alimento, así que fuimos al legendario mercadito de la localidad y lo sé, no es el mejor restaurante, pero la comida me creas o no fue gourmet, $12 de tortillas, dos aguacates,  un cuarto de cecina, chipotles dulces y un cuarto de quesillo se convirtieron en platillos creados por los dioses para los dioses, ¡oh, lo olvidaba! un agua de horchata super fría para acompañar aquellos deliciosos tacos.


Apenas podíamos caminar, pero era tarde y nos faltaba un lugar: "LOS VIVEROS" flores por doquier, grandes, pequeñas, con flor, sin flor, de sol, de sombra. Uno tras otro los viveros desfilaban enfrente de nuestros ojos mostrándonos con ellos las mejores combinaciones de colores, aquel pequeño canal de agua que baja del volcán a la orilla de la banqueta y bromas que nos provocaban dolores de panza. Tras pasar por los pasillos llenos de vida cada uno eligió aquella flor con la que sintió una atracción; algunos dirían que fue amor a primera vista, otros que fue una decisión más meditada, pero al final subimos al auto unas cuantas macetas llevándonos un poquito de este precioso lugar a casa.


La playlist de regreso sonaba en los altavoces del auto, el día por desgracia había terminado y junto con él, el viaje, mostrándonos que el universo está ahí, esperando, esperando ser observado, como si nos dijera: ¿quienes son ustedes para negarme ese derecho a ser observado, ese derecho de ser majestuoso y quitarles la respiración en más de una ocasión?

PD: No necesitas ir muy lejos para "viajar" ni tampoco mucho dinero, solo necesitas estar dispuesto a sentir y abrir todos tus sentidos.

Viajamos tres personas, no nos costo más de $400 y el lugar está como a 50 minutos de camino, ampliamente recomendado por Perla, David y Ale, espero lo hayan disfrutado y los haya motivado a ir.


1 comentario:

  1. a turistearle un rato y como siempre a vivir la buena vida en compañia de todos aquellos que queremos :3

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